Ramón Arosemena: "De Urdesa no me quiero ir"

Sale de su oficina a recibir al equipo de Viva y rompe el hielo casi de forma inmediata. “¿Usted es Ramón Arosemena?”. “El mismo viejo desde hace 80 años, mucho gusto”, responde con una sonrisa cómplice. Así es él, bromista y simpático, pero también un apasionado de la vida, de su entorno y de su ciudadela Urdesa.
Luce guayabera blanca y pantalón negro, y con su bastón en mano nos conduce a otra oficina para poder conversar más cómodos. Es la de su nieto, quien es surfista y ha hecho de ese ambiente una galería de cuadros de arena, mar y surf.

Ramón nació en el barrio Las Peñas en 1930, con comadrona, “sin nada de esas ecografías y tanta cosa”. Allí creció y vivió 17 años frente al río Guayas, “donde me divertí y nos bañábamos en el río”.

Después hizo del centro su casa. Se mudó a 9 de Octubre y Boyacá; en 1954, cuando contrajo matrimonio, se trasladó a una suite en Escobedo y Junín, luego a un departamento en Rumichaca y P. Icaza y a otro en Escobedo y Clemente Ballén. Finalmente se instaló en el edificio Dassum, en Baquerizo Moreno y Junín, hasta 1964, cuando se fue a vivir a Urdesa.

Era una ciudadela nueva, con apenas diez años de urbanizada. “Era preciosa, tenía una entrada y una salida que era la avenida Kennedy”. Ahora piensa que es imposible considerar a Urdesa como ciudadela residencial porque más bien “debe tener un uso de suelo mixto, residencial y comercial”.

Es el presidente de Accur, la Asociación Cívica y Cultural de Urdesa, desde donde impulsa mejoras en la seguridad de la zona. Ramón, preocupado por el incremento de la delincuencia, visitó en el 2006 a la entonces presidenta de Accur, Martha Béjar de Mujica, quien le pidió que formara parte del directorio a fin de gestionar obras para el lugar.

Cuando le propusieron la presidencia de la organización, tuvo sus dudas. “Lo pensé porque ya tengo mis años y no es lo mismo estar joven con energía que tener 80 años, pero no me dejo, sigo adelante para sortear los problemas”.

Viajó a Barranquilla, Colombia, para conocer el sistema de seguridad ciudadana de esa ciudad que es impulsado por una institución adscrita a la Policía. Allá el proyecto se denomina El policía de la manzana, y consiste en que un uniformado rodee la manzana las 24 horas y una cámara de alta resolución con zoom de hasta 1 km de distancia lo vigile permanentemente.

La idea era imitar este plan, cuenta él, por lo que le entregó personalmente una carta al alcalde Jaime Nebot de parte de su similar de Barranquilla, en la que lo invitaba a ver cómo funcionaba el sistema, pero no se concretó su ejecución.

Su idea es instaurar un sistema parecido, pero en vez de que el guardia custodie la manzana, se encargue de “vigilar a lo largo de la calle”.

AQUÍ SE QUEDA

Aunque los robos que se dan en la zona motivan a su familia a querer dejar la ciudadela, Ramón se resiste. Después de 48 años de haber hecho una vida en este barrio, dice que es un urdesino de corazón. “De Urdesa no me quiero ir, pero mi esposa (Aída Gómez de Arosemena) me empuja, quizá ella gane porque las mujeres ahora dominan a los hombres aun estando viejos”.

Se echa a reír a carcajadas y cuenta que ella cada día intenta convencerlo de que se trasladen a un lugar más tranquilo y seguro.

SU VIDA Y TRAYECTORIA

La familia de Moncho, como le dicen de cariño, ha tenido participación en la política. El presidente Carlos Julio Arosemena Tola fue su tío abuelo, mientras que Otto Arosemena Gómez y Carlos Julio Arosemena Monroy fueron sus tíos. Aunque lo han invitado, él no se ha vinculado a ninguna actividad de este tipo porque no le gusta.

Recuerda que estudió toda su vida en el colegio San José La Salle y fue de la primera promoción de lasallanos de Guayaquil, con once compañeros más, entre ellos, Sixto Aguirre y Efrén Aráuz.

En la Universidad de Guayaquil se inclinó por la economía, pero no terminó cuarto año. “Me casé y tenía que trabajar en dos empresas para poder subsistir”.

Confiesa que le hubiera gustado ser banquero, pero no con una visión corporativa sino “con un espíritu social para haber ayudado a levantar a la clase social baja”.

Incursionó en los negocios porque su propósito –dice– es generar riqueza y trabajo. Fue apoderado general de Seguros Sul América hasta 1998 en que se retiró.

Actualmente preside su agencia asesora productora de seguros Arosemena & Olsen S.A., que lleva seis años constituida junto con su nieto Bernardo Arosemena Olsen.

Interrumpe la entrevista y pide que vayamos a su oficina para enseñarnos una fotografía de su bisabuelo, Eduardo Manuel Arosemena Merino, “el tronco de la familia Arosemena”, primer director de la Junta de Beneficencia de Guayaquil y fundador del Banco Territorial.

De él le viene la herencia por los negocios y quizás su sueño de joven de querer ser banquero.

Bajo el retrato salta a la vista su colección de quince minicarros clásicos, otra de sus pasiones. Entonces recuerda cuando iba a bordo de su Ford Roadster de 1930 y recorría las tranquilas calles de Urdesa.

UN ESPÍRITU SOLIDARIO
Ramón Arosemena es fiel hincha de Emelec, fue socio del club eléctrico en 1946, luego de la Segunda Guerra Mundial. No le gusta mucho la literatura, pero se entretiene leyendo información comercial, económica y noticias.

Admira al ex presidente Eloy Alfaro por su espíritu liberal. Tiene la vocación de ayudar a los más desamparados de la isla Trinitaria, donde anualmente entrega víveres y ropa.

‘Moncho’ se considera bromista y practica el dicho que le dejó su tío “You have to have the essence of humor”, que quiere decir tienes que tener la esencia del humor.

http://www.eluniverso.com/2010/11/13/1/1534/de-urdesa-me-quiero-ir.html?p=1534&m=2844

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