Ecuador: Dolor y esperanza tras el terremoto

Grupo de rescate de Venezuela en Portoviejo, una de las ciudades de Manabí más golpeadas. AP

Jamás había sentido un terremoto. El  sábado pasado pude vivir una de las peores experiencias de la naturaleza en mi vida. Sentir el movimiento de 7,8 grados en la escala de Ritcher por casi un minuto me dejó los nervios de punta, mi corazón latía rápido por el susto, no sabía si llorar, si gritar... Estuve sin reacción, a los pocos minutos me enteré por redes sociales que el Ecuador estaba hecho pedazos...

Puentes caídos, casas destruidas en su totalidad, cientos de muertos y miles de heridos y gente aún sin tener un bocado de comida, ni una gota de agua para tomar, ni ropa para cubrirse del frío. 

El terremoto en Ecuador ocurrido el sábado pasado en las costas de Esmeraldas dejó desbastada gran parte de Manabí y Esmeraldas. 

Un grupo de voluntarios rescata a un cuerpo sin vida en Pedernales, provincia de Manabí. AP

Las fotos aterradoras que circulan en las redes sociales y que muchas de ellas muestran la realidad que vive la gente de Pedernales, Canoa, Bahía de Caráquez, San Vicente, Portoviejo, Jama, Manta, Muisne, Esmeraldas, Atacames y otras ciudades más, me han dejado anonadado con la intensidad de este desastre natural. 

Cuánto dolor, cuánta tristeza, cuánta destrucción... este panorama que parece de película se contrasta con la otra cada de la realidad... cuánta solidaridad, cuánta caridad, cuánto cariño, cuánta vocación y cuánta esperanza de parte de los voluntarios que han viajado a las zonas afectadas, de los rescatistas, de los miles de ciudadanos que han aportado con su ayuda demostrando así el inmenso corazón y gesto de unidad de todo un país.

Un grupo de voluntarios en Guayaquil arman fundas de arroz para los damnificados. CARLOS DONOSO - EL UNIVERSO

Veo y siento a un Ecuador más unido que nunca, un país solidario de gente amable, que han colaborado con sus donaciones de cualquier índole a tal punto de dejar las perchas vacías de los supermercados y farmacias. En estos momentos no importan la camiseta ideológica o política que cada uno de nosotros tengamos, lo que más importa es ayudar sin condición. Y eso se evidencia.

No faltará por ahí gente que sube en redes sociales fotos más trágicas que han ocurrido en otros países, o con algún tinte político para aprovecharse de la situación. A aquellos solamente les digo "que Dios los perdone porque no saben lo que hacen"...

Cientos de voluntarios ayudan a seleccionar las donaciones en el coliseo Abel Jiménez Parra, en Guayaquil. RONNY ZAMBRANO - EL UNIVERSO


La empresa privada también ha demostrado que a más de su visión comercial ha aportado con mucho o poco a los damnificados por el terremoto, otras en cambio siguen indolentes y ciegas a la realidad y han aprovechado esta situación para simplemente seguir vendiendo. A lo mejor más adelante lo harán, pues no lo sabemos.

Las fotos que cientos de personas que han subido a redes sociales y que muestran el lado positivo de la realidad son sin duda vitaminas para el alma, ver a una persona, niño o animal rescatado nos sigue llenando el corazón de esperanza y alegría. Muchos nos sentiremos afligidos y al ver estas imágenes reconfortantes, quizás una que otra lágrima ruede por nuestros rostros como reflejo de que aún hay esperanza en seguir encontrando más cuerpos con vida y ver más tranquilos a los damnificados.

Una imagen de la Última Cena cuelga en una pared de una casa destruida en Manta. AP


El dolor y temor que ha provocado este gran terremoto no es para menos, nadie sabe en qué momento vendrá otro sismo, la gente sigue asustada. A nosotros nos queda simplemente prepararnos, seguir unidos y mantenernos en constante oración. Sin duda Dios escuchará el clamor de todo nuestro pueblo.

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