Es necesario dejar evolucionar la ortografía



Vivimos un mundo muy globalizado, donde cada día somos testigos de nuevos dispositivos tecnológicos, nuevas tendencias de moda y también nuevas formas de comunicación. Una de ellas es el uso de “códigos” o “signos” que, inconscientemente, los aplicamos en nuestras actividades rutinarias.

Así, por ejemplo, cuando escribimos por WhatsApp, solemos expresar nuestras emociones con los conocidos emoticones (emojis) o abreviamos y modificamos las palabras usando las letras que fonéticamente suenan igual y escribimos “ola”, en vez de “hola”; “kiubo” por “qué hubo” y un sinnúmero de palabras más.

Luego de ver el video de Karina Galperín sobre si deberíamos simplificar la ortografía, es parte de una propuesta evolutiva para nuestro idioma y esa evolución implica muchos cambios culturales, sociales y tecnológicos que tomarían varios años en hacerse realidad.


El mundo tecnológico en el que todos, o la mayoría, estamos inmersos podría ayudar a que este proceso evolutivo de transformación de palabras, de paso al nacimiento de un nuevo lenguaje y a una nueva ortografía. Pero esto depende de que nuestra sociedad quiera adaptarse a esos nuevos cambios y logren entender de manera clara y simple el uso de estas “nuevas palabras”.

Una persona que escribe un tuit con palabras acortadas no lo hace por falta de conocimiento de las normas gramaticales u ortográficas, lo hace con la intención de simplificar caracteres y por ende, de tratar transmitir un mensaje entendible y claro sin que esas omisiones o transformaciones en las palabras signifiquen un retroceso en el proceso comunicativo, lo que Galperín se refiere como “usos ortográficos novedosos”.

Concuerdo con Galperín en eliminar algunas letras del alfabeto que no aportan a nada, la H, la B o V, la K, Q, Y por LL, cuya fonética suena igual y no interfiere en la comunicación, sería ideal unificar criterios desde la academia para la conformación y estandarización de nuevas palabras.

Toda evolución implica tropiezos, errores o pensamientos opuestos, pero está en aquellas entidades que regulan nuestra lengua debatir este tipo de “usos ortográficos novedosos” y llegar a un consenso que permita socializar las nuevas palabras y las nuevas formas de escritura.

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