La esencia de la Navidad se ha perdido
Vivimos en un mundo totalmente consumista y egoísta, ya no es posible hablar de Navidad. Su verdadera escencia ya se ha perdido en la mayoría de los casos. Hoy es común leer en los periódicos "guía de compras", "recetas navideñas", "el mejor regalo", etcétera; pero se olvidan de lo que en realidad significa esta fecha especial para todos los cristianos.
Pues el 25 de diciembre se celebra la Navidad, es decir, se recuerda el nacimiento de Jesús en Belén. En esta fecha, tanto cristianos, anglicanos romanos y ortodoxos, recuerdan el alumbramiento del Mesías, aquel niño que se hace hombre entre la humanidad para luego redimirnos del pecado original. La escencia de esta fecha, refleja a la unión familiar, amor, humildad, sencillez y ternura, pues cientos de obras pictóricas de reconocidos pintores, como Giotto Scrovegni, Pietro Cavallini, Mathias Stomer, Hugo van der Goes, entre otros, muestran aquello.
Hoy esas obras pictóricas no se comparan con lo que muestran medios de comunicación y empresas de marketing. Comercio, dinero, gastos y estrés; que a diario lo podemos leer en los periódicos, televisión, en las calles e incluso muchas veces hasta nosotros mismos vivimos un calvario por comprar algún detalle.
Pero, ¿realmente vivimos el espíritu de la Navidad?. En muchos hogares, la tradición de compartir en familia se la ha dejado de lado, más bien cada quien anda por su lado. El hijo se va a farrear, la hija se va con sus amigas, papá y mamá se van donde sus compadres, a los abuelitos se los deja en casa durmiendo, en fin, cada quien "vive" la Navidad a su manera.
Vemos en las calles a personas haciendo largas filas para comprar o pagar los regalos. Vemos aglomeración de gente en centros comerciales, malls, bahías, tiendas. Pero en cambio vemos las iglesias vacías, las fundaciones esperando por algún bienhechor a que aporte con donaciones y entonces nos volvemos egoístas y pretenciosos.
La misa de gallo ya no se la celebra como antes. Pues aún recuerdo, que iba en familia a las 11 de la noche del 24 de diciembre. La misa duraba una hora aproximadamente. Las voces de los integrantes del coro nos enamoraba con sus melodiosas canciones navideñas y en mi caso, era obligación confesarse para poder recibir la comunión. Ahora todo cambió. Incluso algunos párrocos de las diferentes iglesias han optado por hacer más temprano la recordada misa de gallo y más bien la adelantan dos o tres horas antes de las 12 de la noche y se lo deja al gallo que cante solo.
Hoy el consumismo nos exige que compremos. Nos brindan ofertas tentadoras, nos dan crédito de hasta 12 meses sin intereses, arman combos de productos y sin embargo seguimos llenando nuestra casa o alegrando a personas con cosas materiales, mientras nuestro espíritu y hogar quedan totalmente vacíos. La ilusión que vendemos a los más pequeños de la casa son promesas de jugetes durante todo el año y al final nos hacemos 'ocho' buscando o el juguete prometido o uno más económico por la crisis que atravesamos.
Se promociona más la imagen de Papá Noel, de Rodolfo el reno, pero la de la Sagrada Familia o la de Jesús, quedan como última opición.
Considero que este 25 de diciembre nos deslindemos de compromisos sociales y más bien pasamos en unión familiar y recordar antigüas tradiciones que desde pequeños nos gustaban. Villancicos, chocolate caliente y oración son las cosas que se han dejado a un lado hoy en día. Solo es cuestión de poner orden en la casa y volver a revivir juntos el verdadero sentido de la Navidad.
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