Aprender a levantarse
Nadie puede discutir que el sabor de una derrota es amarga. Nos deja un sin sabor indescriptible, un nudo en la garganta que cada vez más se hace más difícil de desamarrar. Palabras van, palabras vienen, lágrimas ruedan, recriminaciones por un lado y críticas por otro.
En conclusión, cuando uno pierde, es como si el mundo se nos cae encima.
Es como si fuera una pesadilla, que no podemos dormir tranquilos, siempre está ahí esa voz de nuestro interior preguntándonos estupideces y diciéndonos a cada rato: "¿por qué perdiste?, ¿qué paso?"... E intentamos contestarle a modo de acto de contricción: "si tan solo hubiera hecho esto, o hubiera dicho lo otro, si sabía que eso sucedería hubiera hecho aquello". En definitiva, es un calvario que se vive en los primeros días de haber sido derrotado.
¿Pero qué pasaría si toda la vida fuera como ese calvario que describí anteriormente? Nada sería igual, estaríamos cavando nuestra propia tumba, siempre viviremos en el error en nuestros propios reproches y nos estaríamos convirtiendo en nuestros propios jueces que dictaminamos nuestra propia condena. Pero es feo vivir así...
Hay que aprender a levantarse. Todos hemos tenido caídas, unas fuertes, otras más suaves, otras que nos han dejado marcas, pero sin embargo, nos hemos puesto de pie y avanzamos con mucha más precaución viendo el camino y el horizonte para estar atentos a esos obstáculos que nos pueden hacer caer. Si resbalamos, nos caemos, pero la vida sigue, no nos podemos quedar en el pasado. Hay que levantarse, pisar firmes el suelo y mirar atrás solo para ver con qué tropezamos, y para nada más.
El rumbo nuestro siempre será el Norte, caminamos en una sola dirección. Entonces, vamos qué esperas para levantarte, recuerda que la vida continúa y no querrás quedarte en el pasado. Si te quedas estancado en un solo lugar, en el lodo de la derrota, el tiempo te atropellará y quedarás en el olvido.
Tomemos en cuenta las cosas positivas que son las que mejor nos hacen sentir y dejemos en aquel lodo a esas cosas negativas o pesimistas. De toda derrota se aprende una lección. "De los errores se aprende", decía mi abuela y de hecho no se ha equivocado. La vida es un constante aprendizaje que no parará solo hasta el día de nuestra muerte. Sin embargo, de esos resbalones, de esas caídas siempre habrá una lección, una estrategia, un nuevo plan, una nueva idea que aplicar en el camino para no tropezar.
Una derrota bien peleada vale más que haber vencido por casualidad. Siempre debemos ser buenos guerreros, de aquellos que reconocen la derrota como derrota y no la quieren transformar en victoria.
Hemos perdido un objetivo, pero hemos ganado fidelidad, amistad y unidad entre todos estos valientes luchadores que murieron en el intento.
"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva", sabias palabras del recordado escritor portugués José Saramago.
Arriba muchachos, arriba Integración...!
Comentarios
Publicar un comentario