¡El fin de los parques de diversiones!
Hace aproximadamente cuatro años redacté un reportaje para el desaparecido semanario, Viva Alborada, en la que recopilé varios testimonios de personas sobre aquellos lugares de esparcimiento familiar, en especial de los parques de diversiones, que en su momento fueron un 'boom' y que ahora ya no están.
'Recuerdos que no morirán', titulé el texto inspirado un poco en la canción de Fito Páez, 'Recuerdos que no voy a olvidar'... El reportaje nació justo en una planificación de temas. Quise saber más del Luna Park, Trucusucus, Albocado, entre otros lugares donde acudían familias enteras ya sean a degustar de algún plato típico, como el caso del Albocado que estaba ubicado en la quinta etapa de la Alborada, o del Trucusucus, un parque infantil que tenía una gran piscina con toboganes, también en esa misma etapa; y del Luna Park que estaba en la parte trasera del Garzocentro 2000, en La Garzota.
Tobogán del Trucusucus. FOTO: José Tomalá Ruiz. |
“Por el año 86 pude comprar el terreno contiguo al que me habían ofrecido. Ahí construí el tobogán de agua y muchos de los juegos infantiles, los carruseles, los caballitos y demás cosas de la decoración los traje de los Estados Unidos”, djio José Tomalá Ruiz, propietario del Trucusucus en una entrevista que le ralicé en 2013.
Para el año de 1995, la Alborada había crecido vertiginosamente en habitantes y comercio, por lo que José Tomalá, con mucha nostalgia, tuvo que cerrarlo. En octubre de 1997, inauguró el centro comercial Gold Center, en el mismo terreno del Trucusucus, pero que no tuvo mayor impacto debido a que el Municipio de Guayaquil en esa época empezó a realizar trabajos en la avenida principal, que duraron un año, lo que significó un duro golpe económico para José.
Actualmente está en funcionamiento el Gold Center Hotel desde el 2002, en la quinta etapa de la Alborada, junto al Banco Pichincha. Posee 5 pisos, sótano, 35 habitaciones, dos salones de eventos, gimnasio, restaurante, bar y cafetería. Don José sigue al frente de este negocio como propietario.
Estos tres lugares aparecieron en la década de los 80 y llegaron a su fin a mediados y finales de los 90. En el caso del Luna Park, el 'parque de diversiones' que recuerdo, cerró sus puertas en el 2006.
Los niños festejaban su cumpleaños en los juegos infantiles del Trucusucus. FOTO: José Tomalá. |
En una entrevista que tuve con Nieves Tuset, expropietaria del Luna Park, me contó que su padre, Ángel Tuset Ros, fue el pionero de los parques de diversiones en Guayaquil. “Se hizo un convenio con la Junta de Beneficencia, se llegó a un acuerdo y se compró ese terreno (el del Luna Park); al principio no estaba cubierto, no había mallas, el piso era de piedra chispa y así funcionaron los primeros juegos”, dice. En total había entre trece y quince máquinas.
Y de las que recuerdo estaban el gusanito, carros chocones, carrusel, trencito, salta-salta, entre otros.
A fines del 2005, las máquinas fueron vendidas y su cierre se dio por “el nacimiento de nuevos centros comerciales, con juegos electrónicos que empezaron a captar a ese tipo de público”, señala Nieves Tuset, quien añade que para ella, el Luna Park “es un buen recuerdo, pero que ya tuvo su ciclo”.
Ahora, muchos de esos juegos mecánicos están en el kilómetro 3 de la avenida Samborodón, en Tierra Diversión. Ahí, aunque un poco más pequeño el espacio, aún "sobreviven" el gusanito, el trencito, unos cuantos futbolines y botes acuáticos.
El año pasado fui a Tierra Diversión, me emocioné como cuando era un niño, pues ví aquellos juegos mecánicos en los que me subía cuando existía el Luna Park, cuando mi padre me llevaba -a manera de ritual- cada fin de semana. Pero de inmediato, volví a la realidad... Lo ví vacío (al menos unas 20 personas) con relación al Luna Park que en su momento de bonanza estaba a reventar y los niños teníamos que hacer filas para comprar los boletos y subirnos a los juegos.
Tierra Diversión es el único 'parque de diversiones' con juegos mecánicos que todavía existe -en el Gran Guayaquil- y que corre el riesgo de morir también, pues como dijo Nieves Tuset hace años, "los juegos electrónicos empezaron a captar a ese tipo de público (niños y jóvenes)". Y no se equivoca, pues ahora con la aparición de smartphones, tablets, laptops, gafas de realidad virtual, la diversión se ha modernizado y la tecnología se ha apoderado en absoluto de ese nicho de mercado.
Y los jóvenes entran también en este grupo de las nuevas tecnologías, ya que el recordado River Park, que estaba ubicado en el kilómetro 4 de la avenida Samborondón y que abrió sus puertas en septiembre de 1998, como una nueva apuesta a la diversión, cerró definitivamente el 19 de enero de 2014. Para mi tristeza más grande, me tocó cubrir el cierre de ese majestuoso 'parque de diversiones'.
Justo ese domingo cayó una lluvia terrible, como si el cielo llorara su cierre. El imperioso castillo que estaba ubicado en el centro del establecimiento llamaba la atención de los más pequeños, era como entrar a un cuento mágico. Botes acuáticos, fórmula karts, pista de golf, trencito, caballitos, pared para escalar, etcétera fueron algunos de los stands para recrearse.
Gardenia Sáenz, gerenta administrativa del River Park, contó en su momento que “el proyecto fue concebido para cinco a seis años, pero gracias a la comunidad hemos llegado a quince. Ya vamos a cerrar porque ya cumplió su ciclo”. dijo cuando la entrevisté.
Mi último día en River Park, el 17 de enero de 2014 |
El gran terreno, de 17.248 m², y los juegos de diversión están a la venta desde aquel tiempo. Cada vez que paso por la avenida Samborondón me invade la nostalgia. Tantos recuerdos, tantas alegrías y carcajadas que ahí lanzamos, cuanta adrenalina generada... Ahora solo la tristeza y resignación me invaden.
Y me invaden porque actualmente ya los 'parques de diversiones' han desaparecido, me refiero a los que tenían juegos mecánicos...
Los que crecimos en la década de los 80 y 90 sabemos lo que realmente era divertirse en este tipo de establecimientos. Uno hacía volar la imaginación, nos convertíamos en piloto de Fórmula 1 cuando subíamos a un auto. Veíamos inalcanzable la cima de la torre de River Park en la pared de escalar y cuando llegábamos arriba, nos sentíamos poderosos y campeones. El gusanito parecía cobrar vida en esa 'curva de la muerte' que hacía sentir una cosa extraña en el estómago pero que al final queríamos repetir otra vuelta más.
En fin, los tiempos cambian, el mundo evoluciona. La gente prefiere jugar en sus smartphones que salir a jugar a un parque, prefiere entretenerse con una consola de video en solitario que ir al Parque Samanes a hacer deportes o en familia, por ejemplo.
No sé cuál sea la repercusión a futuro sobre el cierre de estos 'parques de diversiones' y la poca acogida de los parques públicos, pero de lo que puedo ver a diario es que cada vez somos más egoístas en compartir alegrías y buenas sensaciones con quienes nos rodean. Nuestros hijos o nietos serán los perjudicados de esta falta de tiempo y dedicación hacia ellos por culpa de un mundo globalizado, embobado y sumiso a la tecnología.
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Posted by Sin Rabo de Paja on sábado, 28 de junio de 2014
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