Orgullosamente guayaquileño
Guayaquil es una de las ciudades con mayor movimiento turístico y comercial. Es la de mayor número de habitantes, la más grande del Ecuador, la que tiene una imagen postmodernista. Es la ciudad del regateo, de la oferta y la demanda, de los 'sabidos', de los 'bacanes', de las rubias y morenas. Es una ciudad enamoradora, encantadora, mágica y sobre todo, hermosa.
Cualquier hora es oportuna para recorrer sus principales avenidas, lugares turísticos, para ir a farrear, para conversar, para 'vacilar'. A Guayaquil, nadie la detiene, es un motor social y comercial que siempre está encendido y nunca se daña. Es como que si fuera una ciudad de acero. En sus inicios, esta ciudad soportó majestuosos incendios, múltiples ataques piratas y saqueos. Hoy en cambio, Guayaquil ve morir diariamente a sus hijos en las calles producto de la delincuencia, quizá uno de los aspectos más feos que tiene esta ciudad. Sin embargo, la fortaleza de su gente, él ánimo de los guayaquileños y ese espíritu de superación se hace latente en la mayor parte de su territorio.
De día o de noche, con sol o con luna, con frío o calor, nublado o despejado; a Guayaquil se la ve hermosa. Tiene un encanto único, el guayaquileño por más mal genio que amanezca, al salir a la calle se transforma y se vuelve amable, sonriente, coqueto, galán y sociable. Las guayaquileñas ni se digan, nos enamoran con sus encantos, sus atributos, sus esbeltos cuerpos, su mirada, sonrisa, sus largas cabelleras cuidadas, se menean aún más cuando ven al "hombre guapo"; ellas son las venus de mi ciudad.
Colores por todos lados, sobre todo cuando vemos el cerro Santa Ana o del Carmen. Guayaquil ha evolucionado bastante, ha crecido enormemente, se la ve linda, adoro mi ciudad. "Obras y más obras", como diría nuestro alcalde Jaime Nebot. Pero así también, producto de ello, existe el tráfico, el estrés, el caos vehicular y es ahí donde el guayaco 'se cabrea'.
Guayaquil lo tiene todo. Es una de las ciudades que posee una sazón culinaria deliciosa. Sus platos son exquisitos y económicos. El pulso anímico se lo puede sentir en cada barrio, con aquella música a todo volumen que se escucha en el Barrio Cuba, en la Portete, o en la Zona Rosa. La amabilidad de su gente, se hace evidente cuando un turista está perdido y no logra hallar un destino determinado o cuando de ayudar solidariamente a alguien se trata. El barcelonista y el emelecsista son rivales deportivos, pero luego de un clásico siguen siendo 'panas', así sea que hayan ganado o perdido. El guayaquileño improvisa y le salen las cosas bien, es 'pilas'. Para cualquier ocasión se 'encachinan' de la mejor manera y quedan listo para la fiesta. Los ciudadanos, aún tienen arraigadas las costumbres y tradiciones de antaño; ya sea en la comida, en lo cívico o en lo social.
Por esto y mucho más, me siento orgulloso de haber nacido en esta Perla del Pacífico y de decir con honor y valentía: "Soy guayaquileño de corazón". Felices fiestas de fundación. Cuatrocientos setenta y seis años, no se los cumple fácilmente.
¡Viva Guayaquil!
"Guayaquil, aurora gloriosa, madera de guerrero,
espada de nuestros próceres, pluma de Olmedo,
ciudad capitana, ciudad de acero...
alumbra otra vez, tu camino y el del Ecuador entero.
¡Viva Guayaquil y viva el Ecuador!"
Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil
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