Cuando el poder está en tus manos


Estoy a punto de encender mi grabadora de voz. El entrevistado es el gerente de una entidad que se encarga de llevar las cifras y estadísticas de seguridad en la ciudad. Estamos en su oficina ubicada en el centro de la urbe, se sienta frente de mi, viste terno negro, camisa blanca y corbana azul a rayas. Se acomoda sus lentes, se acomoda en su asiento, mira unos archivos en su laptop, respira hondo. Parece ser que está nervioso, se voltea y me mira a los ojos, se frota las manos, no sabe cómo ubicarse. Le digo: "ok, empecemos" y enciendo mi grabadora.

Tartamudeando me dice: "primero déjeme comentarle antes de que me grabe por favor" a lo que le respondí: "pero ahorremos tiempo, mientras me explica le grabo para que no vuelva a repetirme todo, creo que no habría problema por eso, o si?". Suspira y me responde: "esta bien empecemos, pero por favor no vaya a poner titulares alarmistas, no sean exagerados". Ni si quiera me había comentado nada de lo que le iba a preguntar y me da semejante respuesta. Con sonrisa irónica le respondo: "pero todavía no me ha dicho nada, no tengo ni el cuerpo de la noticia y usted me dice que tenga cuidado con el titular. Qué paso economista me ofende, empecemos de una vez".

Todo este diálogo se encontraba registrado en mi grabadora. Fueron como cinco minutos que perdí entre dimes y diretes, quizá me quería hacer perder la entrevista o buscar algún pretexto con ese fin. Sin embargo no lo logró, le formulé la primera pregunta y el diálogo empezó...

Obviamente fui con la intención de que me brinde información, pero nunca entendí porqué mi entrevistado estaba totalmente nervioso de principio a fin. En tres ocaciones me pidió que ponga 'stop' a la grabadora según él para "organizar las ideas", pero no lo hice, se supone que el como encargado de esa institución debe conocer lo que ocurre con las cifras de seguridad en la ciudad. Quizá no estaba preparado aunque dudo mucho, puesto que días antes había concretado la entrevista y la información que necesitaba. Me dejó mucho qué pensar su actitud, se mostraba inseguro, desinformado.

Luego de 40 minutos de una entrevista entrecortada debido a sus interrupciones y dudas, logré al fin terminar la charla. Me respondió la mayoría de preguntas, yo estaba desesperado, no me gustan esas entrevistas donde los entrevistados se van por las ramas y esquivan el cuestionario. Lo orienté a que vaya siempre al grano y de hecho me respondió como quise. Cuando presioné el botón de 'stop', para él fue como que si el tiempo hubiera transcurrido con normalidad. Respiró profundo, como si hubiera llegado a la meta en una competencia, sudaba. De pronto saca un pañuelo dentro de los bolsillos de su leva y se seca el sudor de su rostro. La oficina del funcionario estaba climatizada con aire acondicionado, cabe recalcar.

Me levanto de mi puesto, le agradezco por la entrevista y por la información. El también se levanta y me dice:

- Señor Pérez por favor, no colocará un titular exagerado, ni alarmista. Reconozco que las cifras son elevadas pero entiéndame también, usted sabe cómo se maneja esto.

- ¿Y cómo se maneja?, pregunté

- Usted sabe... usted me entiende...

- No, no sé qué me quiere decir. Insistí con un tono de voz un poco elevado.

- Otro día conversamos mejor, lo veo exaltado.

- No es que esté exaltado, sino que no entiendo lo que me quiere decir. Usted me habla de que yo conozco cómo se manejan las cosas cuando en realidad no se de qué me habla. Quiero que por favor me diga qué me quiere decir.

- En la ciudad se han incrementado demasiado los delitos y estamos en todos los medios de comunicación con titulares exagerados.

- Pero eso refleja las cifras que usted nos proporciona, ¿qué culpa tenemos nosotros de que las cifras sean exageradas?. Sus cifras son las exageradas, yo ni siquiera he pensado qué título colocarle a la nota. Respondí.

Finalmente desistió a seguir conversando, yo estaba con el tiempo encima y tenía que redactar la nota. Me despedí extendiéndole la mano y aún seguía sudando. Al cerrar la puerta de su despacho, lo vi sentarse y nuevamente respiró profundo mientras secaba el sudor de su rostro con su pañuelo. Salí de la oficina y me dirigí al ascensor.

Ya en el ascensor, veo mi grabadora de voz y dije: "lo que es
capaz de hacer un aparatito de estos".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bim Bam Bum: ¿Una ciudadela fantasma?

Desnudando la noticia: ¿Periodismo o erotismo?

¿Son válidos por la Senescyt los títulos de maestrías on-line de universidades extranjeras?