Nos visitó el próximo beato
Fue hace 26 años que miles de guayaquileños se volcaron a las diferentes avenidas de la ciudad para ver al papa Juan Pablo II, quien visitaba al Ecuador en su gira de encuentro nacional. Llegó a la capital, el 29 de enero de 1985, dos días después arribó al puerto principal donde acudió primero a la iglesia Nuestra Señora de Czestochowa, en la ciudadela Brisas del Río.
Allí ofreció una misa y bendijo el santuario, pero un día antes cientos de feligreses adornaron la av. Antonio Parra Velasco con millares de flores, arcos de papel y banderines coloridos hasta llegar a la iglesia, así lo recuerda doña Rosa Gómez, que tenía 35 años y no era creyente pero su curiosidad por conocer al papa fue mayor y se trasladó desde el cantón Milagro.
“Nunca había sabido cómo se rezaba, conversé con él (Dios) pero a través del papa yo le pedía y tuve la oportunidad de verlo”, explica doña Rosita, ahora de 61 años, quien sintió una fuerza divina que la convirtió en acercarse a Dios y tener fe.
La iglesia Nuestra Señora de Czestochowa fue construida el 14 de junio de 1981, gracias a la colaboración del señor José Assaf, quien se ofreció a colaborar con la mayor cantidad de dinero (13 millones de sucres) para hacer realidad el santuario. Allí se edificó un monumento conmemorativo de la visita de Juan Pablo II.
Visita en la Alborada
Antes de las 18:00 de ese mismo día jueves 31 de enero, los guayaquileños esperaban bajo un sol intenso la llegada del papa móvil para recorrer la avenida principal de Alborada, la ahora llamada Rodolfo Baquerizo Nazur.
“Los bomberos tuvieron que echar agua con manguera a toda la gente que esperaba la venida del papa”, relata el padre Paulino Toral, quien en ese entonces era párroco del templo Nuestra Señora de la Alborada, cuya construcción él lideró. “El papa dio un discurso a la juventud, de ahí bendijo la iglesia y luego se fue a la Curia a descansar”, relata Toral.
Para él, la visita de Juan Pablo II significó mucho para los guayaquileños, pues respondieron como un acto de fe y de devoción.
“Guayaquil entero se volcó hacia Alborada, fue un evento muy bonito, muy emotivo para la ciudad”.
Ligia Lara, de 42 años, que formó parte de las guías scouts, estuvo presente en la calle de honor que recibió a Juan Pablo II.
“Era una sensación de ansiedad, pensábamos que nunca íbamos a ver al papa, pero cuando lo vimos, sentimos que era como un renacer”, relata Lara, quien tenía 16 años.
La iglesia de la Alborada, construida en 1975 por el VIS (Vivienda de Interés Social) en un terreno de 10.000 m² en pleno centro de la ciudadela, ha sido bendecida en dos ocasiones por dos papas. El primero fue por Joseph Ratzinger, que en ese entonces era arzobispo de Múnich (Alemania) en 1978, actual papa Benedicto XVI; ocho años después por Juan Pablo II. Por eso los guayaquileños ven a la Alborada como ciudadela bendecida por Dios.
Visita a Samanes
Al siguiente día, Juan Pablo II ofreció una misa campal durante la mañana en la iglesia de Samanes 5.
Sor Olga Zambrano, directora de la Fundación Beata de Jesús Molina, ubicada junto a la iglesia de la Cruz del Papa, recuerda que la construcción del templo fue apresurada el mismo año 85. “La construyeron al apuro porque venía el Santo Padre y aquí fue la beatificación de Mercedes de Jesús Molina (ecuatoriana)”.
“Es estar frente a un santo, porque era un hombre de una gran espiritualidad, era un reflejo de Dios”, describe la religiosa.
Una vez terminada la celebración de la misa, el papa se dirigió a la iglesia Stella Maris en el Guasmo sur y posteriormente a la Catedral.
La visita de Juan Pablo II será recordada por los ecuatorianos, quienes están a la espera de su beatificación que será este domingo 1 de mayo en la plaza de San Pedro, Roma, y que la presidirá Benedicto XVI.
Allí ofreció una misa y bendijo el santuario, pero un día antes cientos de feligreses adornaron la av. Antonio Parra Velasco con millares de flores, arcos de papel y banderines coloridos hasta llegar a la iglesia, así lo recuerda doña Rosa Gómez, que tenía 35 años y no era creyente pero su curiosidad por conocer al papa fue mayor y se trasladó desde el cantón Milagro.
“Nunca había sabido cómo se rezaba, conversé con él (Dios) pero a través del papa yo le pedía y tuve la oportunidad de verlo”, explica doña Rosita, ahora de 61 años, quien sintió una fuerza divina que la convirtió en acercarse a Dios y tener fe.
La iglesia Nuestra Señora de Czestochowa fue construida el 14 de junio de 1981, gracias a la colaboración del señor José Assaf, quien se ofreció a colaborar con la mayor cantidad de dinero (13 millones de sucres) para hacer realidad el santuario. Allí se edificó un monumento conmemorativo de la visita de Juan Pablo II.
Visita en la Alborada
Antes de las 18:00 de ese mismo día jueves 31 de enero, los guayaquileños esperaban bajo un sol intenso la llegada del papa móvil para recorrer la avenida principal de Alborada, la ahora llamada Rodolfo Baquerizo Nazur.
“Los bomberos tuvieron que echar agua con manguera a toda la gente que esperaba la venida del papa”, relata el padre Paulino Toral, quien en ese entonces era párroco del templo Nuestra Señora de la Alborada, cuya construcción él lideró. “El papa dio un discurso a la juventud, de ahí bendijo la iglesia y luego se fue a la Curia a descansar”, relata Toral.
Para él, la visita de Juan Pablo II significó mucho para los guayaquileños, pues respondieron como un acto de fe y de devoción.
“Guayaquil entero se volcó hacia Alborada, fue un evento muy bonito, muy emotivo para la ciudad”.
Ligia Lara, de 42 años, que formó parte de las guías scouts, estuvo presente en la calle de honor que recibió a Juan Pablo II.
“Era una sensación de ansiedad, pensábamos que nunca íbamos a ver al papa, pero cuando lo vimos, sentimos que era como un renacer”, relata Lara, quien tenía 16 años.
La iglesia de la Alborada, construida en 1975 por el VIS (Vivienda de Interés Social) en un terreno de 10.000 m² en pleno centro de la ciudadela, ha sido bendecida en dos ocasiones por dos papas. El primero fue por Joseph Ratzinger, que en ese entonces era arzobispo de Múnich (Alemania) en 1978, actual papa Benedicto XVI; ocho años después por Juan Pablo II. Por eso los guayaquileños ven a la Alborada como ciudadela bendecida por Dios.
Visita a Samanes
Al siguiente día, Juan Pablo II ofreció una misa campal durante la mañana en la iglesia de Samanes 5.
Sor Olga Zambrano, directora de la Fundación Beata de Jesús Molina, ubicada junto a la iglesia de la Cruz del Papa, recuerda que la construcción del templo fue apresurada el mismo año 85. “La construyeron al apuro porque venía el Santo Padre y aquí fue la beatificación de Mercedes de Jesús Molina (ecuatoriana)”.
“Es estar frente a un santo, porque era un hombre de una gran espiritualidad, era un reflejo de Dios”, describe la religiosa.
Una vez terminada la celebración de la misa, el papa se dirigió a la iglesia Stella Maris en el Guasmo sur y posteriormente a la Catedral.
La visita de Juan Pablo II será recordada por los ecuatorianos, quienes están a la espera de su beatificación que será este domingo 1 de mayo en la plaza de San Pedro, Roma, y que la presidirá Benedicto XVI.
Nota publicada en Viva Alborada: http://www.eluniverso.com/2011/04/21/1/1550/nos-visito-proximo-beato.html?p=1550&m=3120 y escrita por Héctor Pérez Name.
Fotos cortesía: Padre Paulino Toral
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