El segundo grito de Independencia

El fin de la represión española se dió hace más de 200 años, cuando el 10 de agosto de 1809 la élite criolla quiteña se reveló ante la autoridad de España para desatarse las ataduras e instaurar un gobierno propio, autónomo que los conduzca a una verdadera libertad. En ese entonces se instaló una Junta de Gobierno que dio inicio al proceso de Independencia en el Ecuador que se lo conoce como 'El primer grito de Independencia', hecho que finalmente duraría trece años más tarde con la recordada victoria de la Batalla del Pichinca el 24 de mayo de 1822.

Ese hecho histórico dió paso para que los demás países de América Latina, puedan revelarse también ante sus opresores y terminar así con el dominio español y las épocas coloniales. Se liberó Colombia, Perú, Argentina, Venezuela, México, Chile y demás países latinoamericanos de todo tipo de humillación indígena, racial, social. América en aquellas épocas, se liberó de tanto discrimen, esclavitud y abuso por parte de quienes se creían superiores y dueños de nosotros. Hoy por hoy América cuenta con 35 países independientes; cada uno de ellos posee sus propias leyes, constitución, historia, fechas cívicas y hasta sus propios héores.

Han pasado ya 203 años de aquel 'Primer grito de Independencia', cada uno de los países han escrito su historia, caminando económicamente, en democracia, en unidad y también hasta en rebeliones...

Ahora, estamos en pleno siglo XXI y América Latina está herida. Día a día, sufre cada vez más la crisis mundial, se atemoriza por la prepotencia de los países desarrollados, nos amarran nuestras manos para ser esclavos y dependientes de nuestro trabajo porque sino, moriríamos de hambre. La democracia y la libertad parece ser que están pasando de moda y vuelve otra vez, ese fantasma de la represión, del temor, de la claudicación. La esperanza se ha convertido en angustia, el optimismo se ha traducido a pesimismo, la justicia se vuelve injusta y cada vez más queremos gritar, queremos liberarnos pero seguimos teniendo miedo.

Hoy por hoy, América Latina está sufriendo un revés de verdadera democracia y libertad. Países como Cuba, Guatemala, Argentina, Bolivia, Venezuela y Ecuador viven con temor y callan justamente por ese miedo que sus propios gobernantes proporcionan por el abuso del poder. Quieren silenciar las opiniones de los que son críticos de un estado o gobierno que no logra despuntar ni progresar; quieren obligarnos a que cumplamos leyes absurdas y sin sentido alguno; quieren instaurarnos un tipo de ideología política o social que actualmente está en desuso pero que la quieren hacer revivir; quieren hacernos creer que solamente lo que ellos (gobernantes) hacen es lo correcto; quieren darnos libertad pero controlándonos... ¿A caso no sirvió de nada lo que nuestros héroes hicieron hace más de 200 años para gritar Libertad? ¿El esfuerzo y la astucia de Manuela Cañizares, Juan Pío Montúfar y sus demás compañeros no sirvieron de ejemplo? ¿Por qué no reaccionamos? Simplemente por temor.

Nuestro país ha sufrido demasiado. Desastres naturales, dictaduras militares, gobiernos autoritarios, crisis económica, feriados bancarios, injusticia social, inseguridad, corrupción, desapariciones; y hoy por hoy estamos recién sintiendo lo que más adelante pudiera ser peor. ¿Hasta cuándo cada uno de los ciudadanos va a soportar vivir en un clima tenso y hostigador? ¿Qué futuro nos espera a todos nosotros, en especial a los más pequeños de la casa? ¿A dónde iremos a parar con tanta manipulación desde el poder hacia los diferentes departamentos del Estado? Es momento de reaccionar, de abrir los ojos y darnos cuenta de la realidad, de que las cosas no se las hace porque una sola persona la piensa. El Ecuador necesita progresar pero con la ayuda de cada uno de los 14 millones de ecuatorianos que residimos en este pequeño país.

Quitémonos las vendas de los ojos, seamos razonables y miremos cómo de a poco nuestro país se irá desapareciendo y hundiendo más en la pobreza e injusticia, si es que no actuamos ahora. No esperemos a que caiga la gota que derrame el vaso, para reaccionar. Peguemos el segundo grito de Independencia exigiendo libertades, igualdad social, justicia y sobre todo democracia; nuestros hijos nos lo agradecerán.