Una luz que guiará el camino de los lasallanos desde el cielo
La Salle está de luto. El corazón de cada una de las personas que se educaron en el glorioso San José La Salle, se encuentra apenado y triste, tiene un vacío... El reverendo hermano Adolfo Armijos Jarrín, ya no está más con nosotros, falleció.
Aquel toque de campana, el golpe en el micrófono, su voz, sus palabras, sus enseñanzas, sus reprendimientos, su guayabera blanca, sus gafas, su sonrisa, su caminar, su imponente presencia, ya no la volveremos a escuchar ni a ver más. Aquel despacho rodeado de cientos de trofeos y medallas, símbolo de glorias y triunfos deportivos y académicos, lucirá vacío, o al menos sin la presencia del hermano Adolfo.
La alegría de los lasallanos ya no será igual, hace falta nuestro guía, nuestro padre, nuestro amigo, nuestro querido Adolfo; sí ese mismo... El que nos exigía pulcritud, excelencia y educación... El que veíamos todos los días en la formación... El que nos visitaba todos los lunes en las aulas, para revisarnos la tarea de Una luz en el camino... El que felicitaba a los deportistas triunfadores, y el que le daba palabras de aliento y motivación a los que obtuvieron la derrota... El que con solo su presencia sabíamos que teníamos que comportarnos... Aquel a quien muchos quizás odiaron, pero que hoy lo extrañan y lloran su ausencia...
El hermano Adolfo Armijos fue un hombre a carta cabal, desde todo punto de vista. Un caballero y fiel seguidor de la Virgen María y un eminente predecesor de San Juan Bautista de La Salle. Sus palabras no dolían ni ofendían, más bien enseñaban y moldeaban. Sin duda lo extrañaremos y nuestros hijos también...
Solamente los lasallanos sabremos el verdadero significado del por qué amamos tanto a nuestro colegio. Para muchos, incluso parece indescifrable, pero que en el fondo conocemos la razón. Las sagradas notas del himno al colegio servirán de fondo musical para toda nuestra vida. Los colores verde y blanco de la bandera, serán los que nos hará retroceder en el tiempo y nos haga decir con orgullo: "Yo me eduqué ahí" ó "soy un lasallano de corazón"... Todo lo que nosotros somos se lo debemos sin duda al glorioso y sin par San José y a las enseñanzas de los Hermanos Cristianos.
La campana acaba de sonar... El hermano Adolfo ha partido hacia la eternidad, hacia lo más alto de los cielos, donde junto a Dios y María virgen, guiará el camino a cada uno de los lasallanos como aquella estrella que ilumina cada tarde desde la capilla de nuestra recordada y siempre institución.
¡Viva el hermano Adolfo en nuestros corazones...Por siempre!
Que buen post Hector.
ResponderEliminarQué lindo mensaje y el hermano Adolfo se lo merece.
ResponderEliminardefiniste todo lo que sentimos y siempre lo recordaremos!
ResponderEliminarUna insignia, un representación lasallana, una luz en el camino seguirá en nuestro corazones! Dios lo tendrá en su gloria.
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