El abuelo

Por: Diego Gómez
@CheoGomez





El abuelo dobló 100 años en un pañuelo,
empacó sus maletas y alzó el vuelo.

Le gustó su nueva ciudad.
El abuelo murió con la camiseta amarilla puesta
y con una estampita de Carlos Muñoz
en la cabecera de la cama.


Cuando pasó la puerta de los vivos
al portal d los no vivos,
un ángel le dio ropas blancas.

Mi abuelo dijo: La amarilla no me la sacas.
El abuelo se llevó en un cd todas sus vivencias.
No se había arrepentido de nada.
Solo de vivir lejos del Monumental.

El abuelo no creía en la muerte después de la vida,
ya q él sabía que lo q venga de acá
debería ser mucho mejor.

Al principio cuando se le apagó la luz,
tuvo temor x sus pecados,
pero recordó sus buenas obras:
Inculcó el barcelonismo a los suyos.

El abuelo llegó al siglo de primaveras.
Había nacido antes que su viejo y querido Barce
y aun así lo respetaba como a un mayor.

Lo primero q recuerdo del abuelo
son sus cabellos blancos como la nieve.
Sus ojos grandes y verdes q no heredé,
y su camiseta amarilla.

El abuelo caminó despacio
por esa calle de oro del nuevo mundo.

Pensó: Esto no puede ser mejor.
¡El paraíso es amarillo!
El abuelo avanzó dos cuadras
y fue descubriendo q la cosa era más normal
de lo q había pensado.
Había tiendas y parques.
Avanzando por ese cielo dorado
empezó a inquietarse,
no veía ancianos como él en ninguna parte.
Todos parecían de 25 años.

Volvió a pensar para si mismo: ¿Y ahora? ¿a dónde voy?
Estoy viejo y ya mismo me canso de caminar.
El abuelo no había notado algo.
Tenía en su mente 100 años de vida,
80 años de Barcelona, 18 hijos,
decenas de nietos y bisnietos, tataranietos y ahijados.

El abuelo seguía caminando y descubrió que habían comunidades.
Gente a la q creíamos mala había recibido perdón y estaba ahí.

En su recorrido vio a Noé maravillado haciendo cascaritas con Carlos Muñoz.
El abuelo los reconoció y sintió alegría.

Caminando vio las casas de cristal
y se asustó cuando un niño le pegó en las rodillas con una pelota.
Fue el primer infante que vio.

El abuelo cada vez se sentía más extraño.
Pero lo q lo dejó perplejo fue el rio
que pasaba por arriba de un puente, ¡no por debajo!

En su forma inmortal sintió algo
que nunca más pensó que sentiría: sed.
Le importó un carajo y se dirigió a la parte baja del rio.
Metió las manos en el agua para beber y mojarse el rostro.
Antes de sacar las manos vio como los peces jugaban y saltaban.
De pronto el agua se quedó en calma
y se formó un espejo natural.

El viejo se quedó como loco a ver su rostro de 25 años otra vez!
Quiso llorar d alegría y susto, todo junto!
pero se dio cuenta q en el cielo
habían formateado ese sistema y todo se traducía en sonrisas.

Vio sus manos sin arrugas, sus pies sin varices
y lo mejor una camiseta de Barce de 1975
que en vida había gastado d tanto usar.

El abuelo corrió como un niño chapoteando el agua de ese rio cristalino.
Sintió la dicha de quien ha recibido más de la cuenta.

Una vez pasado ese momento de gozo "terrenal" siguió caminando
y fue descubriendo cosas que aun no puedo contar.


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